El archivo del monasterio de San Juan de la Peña es posiblemente el fondo documental más importante para reconstruir no solo la historia de Aragón, sino también los mitos y leyendas surgidos en torno a nuestra identidad. Si en nuestro último podcast rastreábamos las vicisitudes de este archivo tras su fragmentación y dispersión ocasionada por la desamortización de Mendizábal, hoy buceamos en su contenido. Lo hacemos destacando tres grandes conjuntos de documentos que nos informan acerca de la historia medieval del monasterio, de la construcción de diversas leyendas y ficciones sobre la identidad aragonesa a través de documentos falsos, de la vida diaria de la comunidad y de la historia de sus edificios.
La Desamortización no solo afectó de manera drástica a nuestros monumentos y a las obras de arte que contenían, sino también a los ricos archivos de las comunidades religiosas que fueron expropiadas. El emblemático monasterio de San Juan de la Peña no fue una excepción: su archivo, el fondo documental más importante para la historia de Aragón, se disgregó irreparablemente y hoy se encuentra disperso en distintos lugares. Rastreamos hoy los recorridos y vicisitudes de los distintos conjuntos documentales del monasterio de San Juan de la Peña y desvelamos dónde podemos encontrar en la actualidad cada uno de ellos.
¿Tuvo el arte aragonés mecenas femeninos a lo largo de su historia? Para responder a esta pregunta iniciamos hoy un recorrido por algunas de las más destacadas obras artísticas financiadas por mujeres durante la Edad Media. Y arrancaremos en el siglo XI visitando una de las joyas de nuestra arquitectura románica, la iglesia del monasterio de Santa María de Santa Cruz de la Serós, y recordando que algunas mujeres vinculadas con la casa real aragonesa, la condesa doña Sancha y la reina Felicia de Roucy, fueron las responsables tanto de la construcción de la excepcional iglesia como de la dotación del monasterio con importantes obras artísticas.
Las magníficas obras iniciales del maestro francés Juan de Marca lo convertirán en uno de los principales artífices de la recuperación del mudéjar en la segunda mitad del siglo XVII y uno de los más reputados arquitectos del momento, granjeándole encargos tanto en Zaragoza como en otras iglesias de la provincia, que decorará con yeserías mudéjares. Sin embargo, de forma repentina, su obra dará un giro sorprendente en los trabajos que realizará para el conde de Morata, como el palacio de Morata de Jalón o el innovador diseño urbanístico de Chodes, en los que adoptará magistralmente los nuevos lenguajes del barroco civil italiano, implantando un nuevo estilo que se extenderá pronto a otros lugares, como Villafranca de Ebro.
Tras desaparecer prácticamente en la Edad Moderna, el mudéjar va a resurgir con gran brillantez a mediados del siglo XVII y resulta llamativo que uno de los principales artífices de esta revitalización fuera un maestro francés llamado Juan de Marca. Con unos orígenes aún desconocidos, lo encontramos de pronto en Zaragoza en 1661, adaptándose con una sorprendente rapidez al lenguaje mudéjar, para proceder casi inmediatamente a la decoración de una impresionante constelación de iglesias en la Ribagorza y La Litera. Desde entonces, y hasta que perdemos su pista en 1677, se convertirá en uno de los más reputados arquitectos zaragozanos, interviniendo en importantes iglesias de la capital y trabajando para los más destacados nobles de la época.
A través de los fondos del Museo de Abizanda seguimos explorando el complejo mundo de los miedos del hombre pirenaico frente a los muchos males que podían acecharle. No solo era preciso defender el pueblo contra toda amenaza venida del exterior, sino que también era necesario proteger la casa y las personas frente a cualquier tipo de influjo maligno. Presentamos así un variado muestrario de objetos y prácticas que incluye amuletos, utensilios decorados con diversos símbolos protectores y algunos rituales para conjurar los riesgos naturales, pero también los males sobrenaturales.
Se cumplen ahora 25 años de la inauguración del Museo de Creencias y Religiosidad Popular del Pirineo Central de Abizanda, que estrenó sus instalaciones con una exposición fotográfica dedicada a la pintura popular de carácter religioso de la comarca de Sobrarbe. Para conmemorarlos, exploramos la singular colección de este museo y nos adentramos en el complejo mundo de las preocupaciones y los miedos del hombre pirenaico frente a todo tipo de males y amenazas: peligros naturales, como las tormentas o las plagas, pero también riesgos sobrenaturales, representados por las brujas o los muertos.
La relevancia histórica del monasterio de Sigena le llevó a ir reuniendo un importante archivo desde su fundación en 1188, que fue en su mayor parte destruido durante un incendio en los primeros meses de la Guerra Civil. Los pocos documentos que pudieron salvarse se dispersaron por decenas de archivos públicos y privados. En los últimos años, el Gobierno de Aragón ha emprendido un proyecto de búsqueda, identificación y digitalización de estos documentos, que le permite presentar hoy, a través de la plataforma DARA, el nuevo portal Sigena Virtual, cuyo objetivo es reconstruir el archivo original del monasterio.
En 1936 un incendio arrasó el monasterio de Sigena, destruyendo obras artísticas y el importante archivo monacal. Sin embargo, algunos vecinos lograron rescatar varios centenares de documentos, que se dispersaron por múltiples lugares. Tras la entrega en 2017 por las autoridades catalanas de un sorprendente fondo documental procedente de Sigena, el Gobierno de Aragón emprendió una búsqueda de otros fondos del monasterio en archivos de todo el territorio nacional, que permite ofrecer hoy al público unos 1500 documentos recuperados a través del portal Sigena-Virtual.
La Desamortización trajo consigo la ruina de muchos monasterios, rapiñas, expolios…, pero también las primeras iniciativas estatales para salvaguardar nuestro patrimonio. En 1844 se crearon las Comisiones Provinciales de Monumentos, cuyo objetivo era inventariar, recuperar y trasladar a las capitales de provincia las obras de arte más destacadas que habían quedado abandonadas en los conventos. De allí surgirán nuestros museos provinciales, uno de los cuales, el de Huesca, celebra este año su 150 aniversario.